Aburridos por la rutina y aplastados por la triste realidad damos la bienvenida a la sagrada institución del sábado por la noche.
Que mágicas pueden resultar esas horas que pasan volando.
Aunque cada sábado acabemos en el mismo antro nuestro querido antro. Podemos planear cualquier cosa pero siempre acabamos en ese mítico bar que realmente no es nada diferente pero que simplemente es único.
Viejos tiempos, viejos amigos y viejas canciones que acaban haciéndonos olvidar nuestra miserable existencia.
Para que nunca se nos olvide que los buenos momentos siempre quedan en la memoria.
domingo, 9 de septiembre de 2007
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